viernes, 12 de enero de 2007

Esas mironas

La primera vez que me di cuenta de ella (o me hice conciente de su existencia) fue una vez que ante una mañana increíble fui a abrir las cortinas de mi living en calzones y polera. Había llegado recién a vivir sola a mi departamento de diagonal paraguay, con vista al cerro San Cristóbal y al Santa Lucia. Sentir la libertad de pasearse como uno quiera, a la hora que quiera es lo que más me gustó en un principio, Por supuesto que lo primero que hago en la mañana es abrir las cortinas para aprovechar la vista. Todavía no termino de abrirlas cuando la veo haciéndome señas de reproche y la escucho gritar algo así como…

¡ENTRATE MIERDA!

Esa fue la primera y única interacción con mi vecina de enfrente. Ni siquiera un hola…solo me increpó…me sentí como pendeja que la reta la mama por salir a la calle en calzones (¡es mi derecho maldita sea!)

Desde ese día que la veo bastante seguido, en un principio la miraba con recelo (vieja culia sapa) y procuraba pasearme por el living en sostenes y calzones cuando ella estuviera en su ventana. Más de una vez me cambié de ropa en el living sólo para provocar. Pero esa fue la única vez que me gritó algo, creo que el resto de las veces sólo me ignoró.

Ahora la contemplo con curiosidad. Sale a fumar un cigarro todas las mañanas en camisa de dormir, se apoya en la baranda de la ventana y contempla.

Debo admitir que la vista que tenemos en nuestros edificios es bastante interesante…mucha gente…mucho ruido…vida por todos lados. Yo también me he quedado pegada algunas veces sólo sapeando. Pero ella…
Ella fuma (siempre en la misma posición)
y mira
lo mira todo.

Cuando estuve con licencia dos semanas en mi casa pude hacerle un seguimiento mas acabado. Efectivamente sale todos los días…el cigarro en la mañana (sagrado)… y se puede ver en la tarde también. Camisa de dormir celeste, o verde, la he visto también con delantal de cocina. Pero definitivamente sus colores son el verde y el celeste. Nunca vi a nadie mas aparecer en esa ventana, ni un nieto, hijo, viejito regalón…nada…aparentemente la susodicha vive sola.

Sola fumando y mirando.

Bastó con que me comprara una cámara digital para comenzar a sacarle fotos. Imposible no retratarla, lejos lo más interesante que puedo ver en el edificio del frente. Pasó de ser una vieja gruñona de mierda a ser mi pequeña y cercana obsesión. Algunos se dedican a mirar al vecino en la ducha o a la pareja de vecinos pasándolo mejor…bueno…a mi me tocó una vieja sapa que sale a fumar todas las mañanas en camisón.

Tengo una colección de fotos, con mayor a menor acercamiento, con luz de tarde y de mañana (todavía no la veo de noche), con distinta ropa pero siempre la misma ventana, siempre la misma posición contemplativa y siempre los mismos colores celeste y verde.

Cuando la observo, me es imposible no acordarme de las visitas al departamento de mis abuelos en el centro. Siempre me llamó la atención que mi abuela tuviera un par de binoculares para mirar. O sea, una cosa es estar ciego por la edad pero lo otro es llegar a saber de que color y consistencia son los mocos que se está sacando un tipo en la calle (lo vi, lo prometo).

Mi abuela sapeaba también…desde su ventana. Claro que ella no fumaba y tampoco tenia un camisón celeste, pero si muchas veces la vi con un delantal de cocina dando vueltas por el departamento. Quizás es por eso que me causa tanta curiosidad esta situación. Quizás es un retrato de lo que me espera en mi vejez (tendré que preocuparme de buscar un camisón celeste). Como dicen que la vida da muchas vueltas y que muchas cosas se repiten, quizás esta inscrito en mi “memoria genética” la actitud voyerista de mis antepasados y definitivamente veo mi futuro reflejado en mi vecina.

Quizás simplemente me gusta mirarla.

Mi abuela aburrida, salía a sapear.
Mi vecina sola, sale a sapear.
Y yo, sola y aburrida, le saco las fotos.

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